PRÓLOGO "EL PRÓFUGO"
PROLOGO PARA EL “El Prófugo” De Hans Leuenberger Hans Leuenberger, a quien llamo mi amigo, transita las mismas calles que yo transito, frecuenta mis paisajes, mis alamedas, algunas de mis lecturas y muchos de mis bares. Como un hilo conductor tejido con tres cuerdas, “El fugitivo” ha estado casi siempre presente en nuestras conversaciones, a veces incluso con la fuerza de una obsesión. Etimológicamente obsesión no es otra cosa que asedio. Sólo desde lo obsesivo el arte tiene alguna posibilidad de existir, sólo la idea que escala los muros con la fiereza de un ejército, improvisando arietes y catapultando el fuego puede socavar las puertas de la belleza y ese es el precio que debe ser siempre pagado. No me sorprendió por lo tanto, cuando mi amigo asediado por una idea largamente acariciada se presentó en el Bajo Cinca un invierno en que el páramo se despertaba con el castigo o la recompensa de un viento gélido. No iba en la búsqueda de...