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Mostrando entradas de 2015
LA VOZ DE RONDA

NEOLIBERLALISMO Y ÉTICA

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Aunque pudiera sorprendernos existe una ética neoliberal.  No se trata de un oxímoron; como sabemos el oxímoron o  Contradictio in términis  es una figura retórica que consiste en usar dos términos yuxtapuestos que se contradicen o son incoherentes entre si como aquello de “sociedades unipersonales”, “copia original”, “político veraz”  o, de forma más literaria según Quevedo, “Es hielo abrasador, es fuego helado”.   En otras palabras, se afirma que existe realmente una “ética neoliberal”, aunque hago un par de precisiones, la primera es que por ética no nos referimos, en este artículo, a un conjunto de comportamientos individuales, sino de forma estricta a un fundamento teórico   conducente, hipotéticamente, a un mejor modelo de convivencia entre los seres humanos, la segunda precisión es que en la doctrina neoliberal, ética y economía no  constituyen, bajo ningún concepto, espacios aislados.  Dicho esto, afirmaré que existe una ética neoliberal  con la que podemos o no, estar de

IBN ABBAD, REFLEXIONES SOBRE UN OLVIDADO SABIO DE RONDA

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Posee el tiempo el poder de borrar los nombres,  de esconder  lo que una vez fue notorio y resplandecía a la luz del sol con una claridad meridiana y diáfana. El tiempo es como la tierra que en sucesivas capas, oculta las ruinas de lo que otrora fueron palacios y fortalezas para siempre ya irrecuperables en la bruma de los siglos. Así debió sentirlo aquel ciudadano de Ronda, Ibn Abbad al-Rundi, en su exilio de Fez, al leer el Lamento por la caída de Sevilla, escrito un siglo antes  por su compatriota Abu al Baqa, también, por seguramente extrañas coincidencias,  conocido como “el rondeño”  o al-Rundi,  cuando escribió: “Un decreto irrevocable a todos venció de manera que pasaron y la gente vino a ser como si nunca hubiese existido” Pero Ibn Abbad al-Rundi sí existió, por más que su figura haya caído tan en el olvido en el panteón de los hijos célebres de la ciudad. Nació en 1332,  o según se mire, en el año 732 de la Hégira, porque las humanidades miden el paso del tie

HOMBRE QUE DESCIENDE LAS ESCALERAS

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I. EL HOMBRE Vemos ahora al hombre descender las escaleras. Creemos reconocerlo a pesar de sus disfraces. Este hombre, y ningún otro, es el que se encuentra otra vez con las palabras,  con la vasta multitud de  las que habitan el mundo, combinándose, entrelazándose,  una y otra vez, como granos de estrellas  en una noche infinita. Es este el hombre, lo sabemos con certeza,  no nos engaña su atuendo de cristal o de sombra, porque lo delata su garganta, la pausada serenidad de sus palabras. II. LAS PALABRAS Permanecían  las palabras, has de saberlo hijo mío,  ocultas en sus vértices, agazapadas en la penumbra sigilosa de sus esquinas, eran legiones o enjambres interminables, eran cristales, avispas, estrellas, guerreros que asediaban, sin descanso, las fortalezas del sueño. No lo olvides jamás, no vuelvas a olvidarlo: Las palabras poseen ángulos rectos que rara vez se atreven a confesar; pero es allí en sus verticales  abruptas e insalvables, en sus pendien